ELBLOGDEBENYPICHARDOINTERNATIONAL
PARA SABER- Muchas veces vemos situaciones de personas que a través de frases, palabras sueltas, comentarios, etc. nos provocan con la intención de que saltemos a la discusión más inmediata.
Para muchas personas con una especial predisposición a sentirse heridas por pequeños detalles verbales, esos mensajes constituyen verdaderas provocaciones.
Hay personas que sufren porque se toman todo lo que oyen como si fuera dirigido especialmente para ellas.
Tenemos que tener en cuenta que muchas veces esas frases se dicen sin intención de herir pero en otras ocasiones se hacen con toda la mala intención posible.
Son aquellos momentos en lo que quieren es “hacerte saltar” ante temas concretos y que saben que te interesan y preocupan.
Siempre hay en nuestro entorno alguien a quien se le ocurre una idea graciosa con el ánimo de incomodar a otra persona.
O bien, tras una discusión que ha herido el amor propio de un sujeto, éste reacciona lanzándole un reto que para ti no supone placer ni utilidad alguna.
¿Por qué las personas activan esta manera de herir al otro con la palabra?
En realidad los motivos son muchos y variados.
Normalmente estas personas sostienen actitudes:
- Infantiles.
- Irresponsables.
- Poco adaptadas, se frustran fácilmente.
- Inmaduras.
No es extraño por tanto que la persona piense seriamente en dañarnos en nuestra manera de ser y de sentir.
Es como un pulso psicológico que nos está echando para intentar poder sobre nosotros.
Los más usual es acceder a esa demanda afirmativa o negativamente. Secundamos la acción o bien la rechazamos en el mismo tono que ha sido propuesta.
¿Cómo podemos superar estas situaciones sin que nos haga daño?
- La mejor manera de no caer en la trampa de la provocación verbal es controlar la respuesta que vamos a dar y no ver lo que el otro nos propone como un reto.
Imagina que ha sido un ruido un poco fuerte del viento que ha pasado a tu lado y que no tiene más trascendencia.
- No sonrías a las propuestas que no veas razonable. Muéstrate distante.
- Tampoco hagas reproches. Mantén una actitud de indiferencia.
- Trata de visualizar mentalmente el desenlace negativo, pero no lo comentes en voz alta.
Es importante el irnos distanciando de las personas que con frecuencia nos plantean acciones poco razonables.
No hay discutir con la persona que nos provoca a discutir, ya que si lo haces es una forma de implicarte.
Manifiesta tu sincera opinión si ves que la persona puede entender algo en ese momento.
Si lo que está esperando esa persona es tu reacción, lo mejor es tener una reacción de indiferencia para no entrar en su juego.
Texto tomado de El buzon católico