elpais.com MARÍA VICTORIA OJEA
Durante las primeras décadas del siglo XX, América Latina recibió grandes cantidades de trabajadores que escapaban de una Europa en guerra en busca de un futuro mejor.
Obreros, panaderos, músicos, maestras de escuela y hasta choferes de tren se refugiaron en la región y, mezclados con la población criolla e indígena, forjaron las generaciones futuras.
Ellos son en la actualidad los bisabuelos y abuelos de los muchos profesionales de los que hoy Latinoamérica se enorgullece.
Pero al igual que sus antepasados, mucho de ese talento actual en nuestra región también se ha visto obligado o tentado a migrar. Las razones son diversas. Desde mayores incentivos salariales y profesionales en el exterior hasta circunstancias personales, los latinoamericanos prefieren como destino los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Una reciente investigación del Banco Mundial reveló que unos 28 millones de inmigrantes altamente calificados provenientes de todo el mundo vivían en los países de la OCDE en 2010, un aumento de alrededor del 130% desde 1990. Y solo cuatro países de la OCDE (Estados Unidos, Australia, Canadá y el Reino Unido) son el principal destino del 70% de los emigrantes.
El caso de México es una muestra de esto. Los trabajadores altamente calificados que emigraron a Estados Unidos crecieron un 86% entre 2000 y 2010. Sin embargo, el talento en América Latina no siempre se dirigió al país del norte.
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