Hay un país en el mundo, donde la muchacha que me hace el manicure nunca ha oído hablar de don Pedro Mir.
Hay un país en el mundo, donde todas las emisoras populares de bachata y salsa ignoran que hubo un poeta llamado Pedro Mir que escribió un himno nacional llamado Hay un país en el mundo.
Hay un país en el mundo. donde los chóferes públicos ignoran que existió un poeta petromacorisano que se llamó don Pedro Mir y que hoy se cumple su Centenario, porque en la radio, que es lo que escuchan, nadie ha sido informado sobre la existencia de un hijo de puertorriqueña, de padre cubano, nacido en esta isla, un antillano perfecto, que se llamó Pedro Mir.
Hay un país en el mundo, donde inauguramos el DÍA del Centenario de Don Pedro con cuatro jóvenes asesinados por la Policía, para completar la cifra de unos 450 jóvenes asesinados hasta ahora, porque el jefe de la Policía cree que no valen la pena, aunque él, como ellos, y sus ajusticiadores, provienen de la misma clase, de la misma tragedia de un país donde no hay espacios para la creciente juventud que busca trabajo y no lo encuentra, que no tiene esperanzas.
Hay un país en el mundo, donde las madres populares gritan su dolor y nadie hace caso, y donde la primera tarea de la Defensora del Pueblo debe ser organizarlas en Comités contra la Violencia, todo tipo de violencia, que afecta a sus hijos e hijas en las barriadas populares.
Hay un país en el mundo que llora la muerte de un General de la Policía, mientras no protesta por la muerte de un estudiante de San Juan de la Maguana, por la misma policía, que no participaba de ninguna manifestación; por la muerte de otro estudiante universitario que se equivocó de calle; y la muerte de un joven de Nueva York que había venido a vacacionar y acompañaba a un primo a comprar un galón de agua.
En fin, don Pedro, que hay un país que no merece el nombre de país, como usted dijo. Donde, el DÍA en que debemos conmemorar su Centenario y que estamos ubicados en el mismo trayecto del sol, llueve.
Llueve a cántaros, lágrimas de la divinidad por un país donde la piedad es solo una palabra y el amor al prójimo una frase que se desgusta con vino blanco y canapés en las recepciones de las damas y caballeros carismáticos.
Hay un país en el mundo, donde con usted, como dijo usted, lloramos la derrota de una generación que una vez soñó con un país en el mundo.
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