Un enfermero lo certificó en la residencia en la que vivía a las 16:00 horas. Un trabajador de la funeraria que pasaba frente al ataúd vio a la mujer con los ojos abiertos.
La anciana se levantó y le preguntó: “¿Dónde estoy?”, y el hombre se desmayó.
La policía abrió una investigación para aclarar si se cometieron errores en el proceso de certificación de su muerte.
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