Por Praede Olivero Féliz
Papá a pesar de sus múltiples ocupaciones, ayudaba en los quehaceres del hogar, limpiaba con escoba, suape, paños, cambiaba los niños, cocinaba, lavaba, planchaba, por lo tanto no creía que tenía una esclava en la casa, sino una compañera, lo que aprendimos los hijos, sirviéndonos en los momentos más difíciles y que aún en esta “modernidad” hacemos algunas de esas cosas.
Papá y mamá se dejaron en los 70, los hijos quedamos prácticamente solos y Dios nos iluminó.
Yo me llevé mi novia a la casa (que aún es mi esposa) y fui por un tiempo hermano y padre, con su ayuda, aún cuando éramos muy jóvenes, apenas habíamos cumplido los 18 años, pero se había producido un cambio de gobierno que ayudaba, con el triunfo del demócrata y hombre de bien Silvestre Antonio Guzmán Fernández.
Papá se unió a otras mujeres con las que no procreó, pero con la última que vivió bajo techo hace casi 20 años, tuvo tres hijos: Joel, Francisco y Cristina Olivero Heredia.
Eva Luisa Heredia Méndez (Anita), la madre era una mujer humilde y buena, que enfermó gravemente y la internaron en la capital, donde yo la visitaba y la socorría con frecuencia, ya que vivía por la UASD y tenía vínculos en el hospital.
Lamentablemente murió, busqué su cadáver, lo pasé por mi casa en la ambulancia y se lo llevé a papá a Barahona para darle cristiana sepultura.
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