12/30/2015
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 Por Praede Olivero Féliz.
Era una noche fresca, invernal y tranquila, había llegado desde Barahona a Santo Domingo, recibiendo la algarabía de los nietos con su “llegó papá y que trajiste”. Engels Vladimir Olivero Matos, también se acercó con su acostumbrado “sión papi”. Es mi cuarto hijo, el varón que buscaba de primero y que llegó después que Vitico Terrero nos animó a buscarlo, luego de que Doña Norma y Don Gerineldo nos recomendaron no tener más hijos, debido a la retención placentaria de la madre en los partos anteriores.

Al decirle “Dios te bendiga” guardé la llave del carro para no facilitársela, pues le vi pose se salir. El me preguntó: ¿Y Mami? Le dije: “No la he visto” agregando él: No veo el carro, pero no me pidió el que yo tenía, esperando a su madre quien le facilitó el que manejaba y que es de nuestra hija Indira.

Nos acostamos preocupados como siempre, cuando un hijo está en la calle, en un país con tanta inseguridad ciudadana y donde se abusa tanto de la gente, en especial de la juventud, realmente uno no duerme, aunque pegue los ojos, la paz sólo llega cuando el hijo querido entra a la casa.

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