Tradicionalmente en las elecciones de EE UU hay estados claramente favorables al partido demócrata de EE UU (los estados azules) y otros que vienen votando republicano desde hace décadas (a los que se les suele dar el color rojo), por eso el pastel en juego está en los llamados 'estados bisagra' (Swing state) y los 'estados batalla' (Battleground state).
Los 'estados bisagra' son aquellos en los que el apoyo a los dos principales partidos está repartido a partes iguales, haciendo del resultado de la votación impredecible, pero siendo su electorado más receptivo a los mensajes de los partidos.
Los 'estados batalla' son aquellos con perfiles de votantes muy variados y una gran proporción de indecisos a día de hoy que hace difícil augurar su inclinación. Del voto de ambos va a depender el resultado de la elección.
En 2016, Ohio, Florida, Carolina del Norte, Pensilvania, Colorado, Nevada, Iowa, New Hampshire, Virginia y Arizona son los estados protagonistas en la recta final de la campaña electoral, territorios en los que tanto el republicano Donald Trump como la demócrata Hillary Clinton se juegan a pulso la llave del Despacho Oval.
En un país donde el voto es indirecto, donde los votantes eligen representantes en el Colegio Electoral, el futuro presidente necesita 270 votos para ganar. Los estados clave que siguen estando en juego suman 131 de ellos.
En estos últimos días, la campaña del republicano Donald Trump luchará por atraerse a votantes demócratas mientras que la de la demócrata Hillary Clinton echará el resto para conseguir que sus potenciales votantes vayan efectivamente el martes a las urnas a introducir su voto.
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